Mientras recibía atención
estomatológica recientemente en uno de esos sillones que observamos con respeto
y cierto temor, surgió la idea de mi comentario.
Disímiles son los servicios que a diario precisa el ser humano en nuestra
sociedad, dígase en unidades de la gastronomía o el comercio, en oficinas de
trámites, que aunque no es el caso detenernos ahora, en ocasiones son
engorrosos al carecer de la excelencia necesaria.
Otros de los servicios en los que nuestro cuerpo, digámoslo así, es el material de estudio son los de barbería - peluquería, los de maquillaje, masaje o del podólogo entre muchos más.
Tras la culminación de estas prestaciones, el cliente debe pagar con el poder adquisitivo que se estipula en estos casos, en otras palabras, siempre se impone la interrogante Cuanto debo por el servicio?
De ahí que existe una peculiaridad entre estas últimas asistencias y el que recibe el paciente en los centros médicos en Cuba.
Y es que amparados en una de las más grandes conquistas del sistema social socialista de la Revolución cubana, de que la salud pública es gratuita; si no estamos muy sobrecogidos por la atención ofrecida, como en mi caso con el dentista, - pues a veces no podemos ni hablar por la impresión,- solo atinamos a decir como pago MUCHAS GRACIAS!.