Qué decir de un manzanillero ya imprescindible en
este sagrado sitio donde nos encontramos y que él conoce como a la palma de sus
manos, que cuidó y amó como a sus propios ojos y lo amará siempre? De un hombre
que no pide más que oídos receptivos
para trasmitirle con su encendido verbo el amor a la historia Patria, y hacer
así que se multiplique y no quede en la desmemoria?
Sus méritos hablan a través de los reconocimientos
medallas, premios, condecoraciones entre los que se destaca el PERGAMINO DE LA
CIUDAD DE MANZANILLO, LA RÉPLICA DEL MACHETE DE MÁXIMO GÓMEZ y más recientemente
la condición LA AUTILIDAD DE LA VIRTUD, que otorga la Sociedad Cultural José
Martí, pero él que no se entrega a su obra para recibir lauros, sabe que el
mejor y más grande reconocimiento que
nadie ni nada podrá borrar de su recordación es la amistad entrañable que
cultivó con personalidades cubanas y foráneas y con gentes sencillas y humildes
como él.
Tuvo su sueño y fue por él y en la travesía se le
pudo encontrar en oficios lo mismo como teletipista militar, o mecanógrafo, de
auxiliar de abastecimiento A, instrumentista montador industrial en la Fábrica
de Riego por aspersión, de la que fue uno de sus fundadores, también técnico de
museo y como filólogo, profesión que lo distingue por su oratoria limpia,
sentida, profunda y sobre todo que estremece.
Seguramente desanda cada día en su imaginario,
ahora aguzando más esa mirada franca que le acompañó por muchos años, cada paso
que recorrió desde la Punta de Maisí al Cabo de San Antonio como invitado de
honor de la Federación estudiantil Universitaria en 2007 con motivo del
aniversario 85 de la organización joven más antigua de Cuba.
La sencillez de su persona, la historia que
encierra, las cualidades que tiene, la firmeza de su palabra, son detalles que
lo han hecho merecedor del cariño y la admiración de todo un pueblo, no sólo en
nuestra provincia de Granma, si no mucho más allá.
Este hombre que impacta y traslada a cuantos lo
escuchan al escenario mismo de los acontecimientos, anduvo siempre de manera
ágil y segura y es sorprendente verlo andar ahora acompañado de su lazarillo
que en ocasiones parece querer adelantarlo.
Por ello, es difícil creer que se jubila este
albacea del histórico Museo La Demajagua, que ya no recibirá a los buenos
cubanos y extranjeros que lleguen a la otrora propiedad del Padre de la Patria.
Y aunque no podemos decir que será para él un reto
los nuevos empeños que emprenda, seguros estamos que este manzanillero
increíble continuará compartiendo su tiempo, sus conocimientos y la gran
sonrisa que lo hacen digno de ser admirado.
Más que privilegio es compromiso de honor escribir
o hablar de quien construye cada día la nuestra patria utilizando hasta el
último ladrillo disponible y de quien es exponente vivo de la prédica martiana:
SE ES BUENO PORQUE SÍ Y PORQUE ALLÁ ADENTRO SE SIENTE COMO UN GUSTO CUANDO SE
HA HECHO UN BIEN/…a lo que respetuosamente ahora agrego yo, por tu quehacer
inigualable, por tu entrega infinita y desinteresada RECIBE CESAR, LO QUE ES
DEL CÉSAR: EL AGRADECIMIENTO ETERNO,
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