Hay simbolismos que hacen
más fértil la tierra donde germina la semilla de la historia patria!
Mi comentario de hoy, es un
ejemplo de ello, nació en Manzanillo, el 16 de agosto de 1925, y he ahí la
coincidencia feliz: precisamente el día que quedó constituido el Primer Partido
Comunista de Cuba por Carlos Baliño y Julio Antonio Mella.
Triste había sido su partida
hacia tierras de la lejana Europa, pero respondía a la única alternativa que el
momento exigía, pues encarcelado su padre por labores revolucionarias, una
organización internacional de ayuda a luchadores por la justicia social propuso
a los camaradas cubanos enviar a la Unión Soviética a los hijos de los
familiares más necesitados. La madre decidió enviarlo en 1930. Desde las
barandas de cubierta, el niño se llevaría la imagen que de su Patria conservó
por el resto de sus días. Hacemos referencia al manzanillero Enrique Vilas
Figueredo. Más tarde el resto de sus hermanos partieron también a la Patria de
Lenin
El idioma, el clima, la
costumbre del país eslavo fueron pruebas durísimas. Pero una de las personas
que hicieron lo imposible por hacerle la vida más llevadera a Enrique fue una
italiana llamada Tina, entonces a cargo de la sección latinoamericana de la
Organización Internacional de Ayuda a los Revolucionarios.
Y como puede apreciarse,
está nuevamente la señal coincidente cuando de ideas progresistas se trata, Tina
adoraba a los cubanos, y tanto, que el gran amor de su vida era un nativo de la
isla caribeña a quien todos llamaban Julio Antonio y que había muerto en sus
brazos, asesinado en México pocos años antes. El cubanito Enrique la agradó a
la italiana que quizás vio en él al hijo que no pudo tener con amor eterno,
también cubano.
Pero hay más, simbolismo
histórico, cuando Enrique arribó a la capital soviética, se encontraba allí
otro héroe de nuestro pueblo: Rubén Martínez Villena, quien, agobiado por la precariedad
de su salud, había conseguido que le permitieran salir del sanatorio y trabajar
en las oficinas de la Internacional Comunista en Moscú. Una de las primeras
actividades de Villena en Moscú fue ocuparse del niño Enrique Vilar.
Sería inacabable la historia
imposible atrapar en unos cuantos renglones, pero sí estremecedora porque Enrique
Vilar no pudo regresar a Cuba este joven de extraordinaria madurez
revolucionaria, murió para depositar, en el alma del pueblo cubano, una semilla
de espíritu patriótico, solidario, independentista, antifascista e internacionalista;
de amor hacia un país del cual varias generaciones guardan imborrables
recuerdos al tiempo que admiran su historia y su cultura.
No imaginaron jamás sus
padres: César Vilar, uno de los dirigentes comunistas de la ciudad de
Manzanillo y Caridad Figueredo, que el pequeño y paliducho Enrique que podía
aparentar enfermizo, pasara a ser, un virtuoso del sacrificio, la entrega y el
coraje ilimitados que tuvo la sensatez política, de alistarse siendo casi un
niño y de manera voluntaria en el Ejército Rojo.
Recientemente, los
manzanilleros celebramos el natalicio 93 de Enrique Vilar Figueredo, paradigma
de la vanguardia que debe militar las filas de un Partido Comunista que celebra
también igual aniversario de creado.
En la Plaza de La Victoria,
de la capital de Belarús, se conmemora cada año, con ofrendas florares en el
Fuego Eterno al Soldado Desconocido, la caída del combatiente internacionalista
cubano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario