Amigos
míos. Hace varios días no actualizo mi blog, las razones no justifican este
desliz, solo decirles que vuelvo a la carga, con la “pluma en ristre…mejor, con
el teclado en ristre”. ¿Y con qué publicación mejor que esta crónica que hice
para el estadista más consagrado a los pobres y los humildes, no solo de la Isla de
la Libertad, si no de la América Nuestra?
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Más
de un colega y allegados me escucharon decir cuánto ejercicio mental ocupó por
estos días mi cerebro para dar a luz estas humildes palabras.
No
porque aspirara a que fuera la mía mejor que tantas otras creaciones dedicadas
a EL, aún cuando todos deseamos hacer nuestra mejor obra para el gran estadista
mundial, sino porque su dimensión es inabarcable.
La
devoción por EL me llega de mi madre Amada Elodia, de las anécdotas
impresionantes que nos cuenta siempre cuando lo atendió a EL y a otros barbudos en La Habanita, Sierra Maestra en
casa de Domingo Torres.
Al igual que millones de compatriotas y de
otros amigos allende los mares, mantengo en pausa mi mano para que sea apretada
por la suya, mis labios esperan depositar un beso en su sonrosada y ya
encanecida mejilla y mis brazos y oídos siguen anhelando el abrazo y la atinada
pregunta, sugerencia o consejo que él siempre tiene en la punta de su colimador.
Motivada
por este sueño, he tratado de reflejar las experiencias en voces, gestos,
recuerdos y sentimientos de quienes sí guardan con orgullo, el honor de haberlo
conocido, o estar cerca de EL, de intercambiar ideas o de protegerlo.
Y
junto a estos hombres y mujeres sentí su voz, el apretón de manos, el beso y el
abrazo.
A
cuanta gente linda he entrevistado, no es lo más importante, incluso si hubiera
llegado a las NOVENTA, sería insuficiente.
Y
es que EL sobrepasa los números y las letras, lo posible y lo extraordinario,
lo sublime y lo realista para ser sencillamente el triunfante siempre, FIDEL.
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