

Verdadero asalto a la sublimidad de la Patria por una representación de sus mejores hijos, que liderados por el adalid mayor, descendiente de Céspedes, de Maceo y de Martí, jura llegar, entrar y triunfar.
Y tras ocho días de incesante bregar por las aguas que hace padecer a los expedicionarios de vicisitudes que marcarían sus vidas, arriba la carga de luz a costas de la indómita región oriental.
Pisa tierra el digno guía, nuevamente al frente como lo había hecho en el Moncada, poniendo primero el pecho para la bala enemiga, que jamás lo detuvo, porque prefirió quedarse agazapada.
Y está hoy de nuevo a la vanguardia sonriente, feliz, comprometido en el rostro de cada joven que cabalga agradecido junto a ÉL.
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